Filosofía Plan B

Propuesta académica

La meta de un arquitecto o estudio de arquitectura es producir buenas obras.
La meta de una Facultad de Arquitectura es formar buenos arquitectos.

Estas ideas fueron presentadas por Jorge Silvetti, Decano de la Escuela de Arquitectura de Harvard, durante una conferencia en Buenos Aires. Consideramos que estos conceptos siguen siendo relevantes, pero para ir más allá de una mera discusión semántica, es crucial definir claramente lo que significan.

Arquitecto – Estudio de Arquitectura

La práctica de la arquitectura es cada vez más diversa y cambia con el tiempo. Podemos entender que un estudio de arquitectura está formado por uno o varios arquitectos que realizan trabajos variados, tanto en el sector público como en el privado, relacionados con la arquitectura, la construcción y el diseño urbano.

Buenas obras

¿Qué las define? ¿Son aquellas más grandes, más publicitadas, las que envejecen mejor, las que se fotografían mejor? ¿O son las que prefieren los arquitectos, las que gustan al público, las más sostenibles, las monumentales, las que se integran en su contexto, las altamente tecnológicas, las vernáculas? Aunque la lista podría extenderse, podemos coincidir en que, como decía Alvar Aalto, las buenas obras son aquellas que satisfacen un programa específico, emplean tecnología adecuada según su ubicación y presupuesto, envejecen con dignidad y no deterioran su entorno, ya sea urbano o natural. Esto puede parecer sencillo, pero no es fácil de lograr.
Además, deberían reflejar el espíritu de su tiempo, algo difícil de definir en un período de cambio de paradigmas.

Facultades de Arquitectura

Podríamos describirlas como instituciones que forman arquitectos capaces de participar en el diseño y construcción de obras. Este enfoque, al igual que la idea de «enseñar a pensar», puede resultar algo superficial.
En Europa, especialmente en Francia, se considera que un aprendizaje riguroso de las lenguas clásicas es fundamental para una formación sólida, mientras que la tradición tecnológica sostiene que el cálculo y la construcción son claves para una carrera profesional fructífera.
En este contexto, se puede encontrar un equilibrio entre teoría y formación profesional, sin olvidar que en Argentina, el título de arquitecto habilita directamente para ejercer la profesión.
Creemos que el aspecto esencial que tanto la educación como la práctica deben enfatizar es la capacidad de resolver problemas. Esto implica analizarlos, identificar y priorizar los datos más relevantes y proponer soluciones óptimas en términos de diseño, sostenibilidad, impacto social, tecnología y recursos disponibles.
Lo interesante es que no existen reglas fijas. Por ejemplo, en un hospital, el diseño de los circuitos circulatorios y sanitarios es crucial, al igual que la acústica en una sala de conciertos y la eficiencia en una planta industrial.
Por estas razones, quienes estudian y anticipan el futuro del trabajo consideran que el diseño es una de las actividades que mantendrá su relevancia en el futuro..

Quienes somos

Tras el restablecimiento de la democracia en 1984, Mario Linder fundó su taller en calidad de Profesor Titular, contando con la colaboración de Jorge Iribarne, quien en la década de los 90 se unió como co-titular, y Mario Boscoboinik en el rol de profesor adjunto.
En 2017, Mario Boscoboinik, tras ganar su concurso para Profesor Titular, lanzó el proyecto Plan B, en colaboración con Jorge Iribarne, ahora en su función de profesor consulto.
Durante estas más de tres décadas, una plétora de docentes y egresados han forjado carreras notables tanto en el sector público como en el privado.
Además, han sido reconocidos con premios en concursos de arquitectura y urbanismo a nivel nacional e internacional.
La experiencia nos enseña que una cátedra es una construcción colectiva de docentes y estudiantes. Su desarrollo y evolución dependen tanto del consenso en ideas comunes como de la capacidad de mantener un diálogo crítico y constructivo dentro de un espacio compartido.

Que pensamos

Vivimos en una era marcada por uno de los períodos de transformación más intensos y rápidos en la historia humana, comparable solo con hitos del milenio pasado como el Renacimiento, el Iluminismo y la Modernidad de principios del siglo XX.
La invención de la imprenta revolucionó la propagación de ideas, impactando hasta el siglo XX. Hoy, la informática, Internet y la inteligencia artificial están gestando cambios aún más radicales.
A pesar de estos avances, la naturaleza humana permanece sorprendentemente constante, como lo demuestran los personajes de las tragedias griegas y de Shakespeare, que aún nos reflejan con precisión.
En la actualidad, disponemos de una cantidad casi ilimitada de información, pero esta abundancia y su accesibilidad instantánea pueden ser obstáculos para el conocimiento profundo. La arquitectura del mundo está a un clic de distancia y la realidad virtual nos permite explorar innumerables edificios y ciudades, aunque esto difícilmente sustituye la experiencia tangible y real del espacio interior y el caminar por una ciudad.
Entonces, surge la pregunta: ¿Cómo abordamos hoy la enseñanza y el aprendizaje de la arquitectura? Las preguntas pertinentes enriquecen el pensamiento, aunque también pueden generar estancamiento. Un primer paso es evaluar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías, reconociendo que algunas rutas son fructíferas y otras no.
Las herramientas, tanto físicas como intelectuales, no solo influyen en los resultados, sino también en nuestra forma de pensar. Nunca son imparciales.
En el Renacimiento, la perspectiva transformó el diseño arquitectónico. Las axonometrías influenciaron los proyectos del Movimiento Moderno. Las imágenes satelitales han cambiado nuestra forma de interactuar con las ciudades y territorios. Los programas de diseño actuales han revolucionado la manera de diseñar, pensar y construir.
Con las herramientas modernas, proyectos como la Ópera de Sídney habrían requerido meses en lugar de años, pero primero fue necesario que Jorn Utzon la concibiera.
La capacidad de crear formas nuevas y más complejas, o estructuras audaces, se ha expandido enormemente. Surge la cuestión de cuándo son realmente necesarias o simplemente un capricho estético. Muchas obras arquitectónicas admiradas, como las de Peter Zumthor o RCR, se originan en su materialidad poética; otras, como el Louvre de Abu Dhabi de Jean Nouvel, son fruto de tecnologías que hace poco eran inimaginables.
No existe una única verdad; se trata más bien de emplear los medios adecuados para cada situación específica.
En este panorama de constante cambio, mantenemos ciertos principios fundamentales, aunque siempre abiertos a revisión y adaptación..

El Taller de Arquitectura

La asignatura que denominamos «Arquitectura» quizás reciba un nombre demasiado amplio, ya que abarca mucho más que el simple diseño arquitectónico, englobando la totalidad de la disciplina. A pesar de esto, su presencia constante a lo largo de la carrera la convierte en un pilar fundamental del Plan de Estudios.
El término «TALLER» se utiliza más para describir un enfoque pedagógico, centrado en la asimilación e integración de conocimientos, que para referirse al espacio físico de aprendizaje. Este enfoque, basado en el principio de «aprender haciendo», tiene sus raíces en instituciones prestigiosas como la L´École des Beaux-Arts en Francia, diversas escuelas técnicas y, especialmente, en la influencia de la Bauhaus, que ha sido determinante en la enseñanza de la arquitectura y el diseño desde el siglo XX.
El Taller tiene un peso significativo en el currículo, evidenciado por sus dos sesiones semanales. Sin embargo, las actividades suelen limitarse a la revisión y seguimiento de proyectos estudiantiles y a clases teóricas. Considerando el tiempo y los costos de desplazamiento, es evidente que tanto profesores como estudiantes podríamos optimizar mejor nuestro tiempo.
La pandemia de 2020 impulsó la transición hacia la educación a distancia, y nos adaptamos a iniciar clases a través de plataformas como Zoom o Meet. Este cambio ha transformado permanentemente nuestra manera de enseñar, planteando la cuestión de cómo aprovechar al máximo las sesiones presenciales..
El taller es más que un espacio físico; es un punto de encuentro para la integración, el intercambio de ideas y la colaboración, enriqueciendo la experiencia educativa tanto de estudiantes como de docentes. Representa un sentido de pertenencia y construcción colectiva.
Con la reanudación de las clases presenciales, nuestro objetivo es utilizar el tiempo y los recursos de manera más eficiente. Esto implica diseñar un cronograma que defina claramente las sesiones presenciales y sus objetivos específicos.
Es crucial que los procesos de aprendizaje establezcan metas didácticas claras y medibles. Solo así podemos fijar objetivos y resultados que fomenten la adquisición de conocimientos esenciales para la práctica profesional. La elaboración cuidadosa de objetivos, programas, ubicaciones, modalidades de enseñanza y contenidos es clave para lograr los mejores resultados, asegurando que cada estudiante reciba una formación de calidad para un futuro profesional exitoso.